La vida es un continuo trabajo: te despiertas y cada nuevo día te trae lo mismo de siempre, igual pero distinto... esa diferencia que te aporta es lo que hace que tu vida sea maravillosamente diferente.

martes, 20 de mayo de 2014

Una ciudad y un hombre



Despegas, te vas, vuelas lejos. Tal vez decidí cortar mis alas, o el miedo a un futuro incierto hizo que me las cosiese al cuerpo una noche de esas que me juré odiarte para siempre, una noche en la que te olvidé y te recordé al día siguiente. No sé, el caso es que avanzas y yo me quedo, o me voy no sé hacia dónde, y la distancia se hace eco de la risa del destino. Tengo miedo a volar, el nido se me hace pequeño pero no conozco otro lugar. No creo que haya nada escrito, así que igual que el azar me puso en tus manos, igual que el azar dejó que me agarraras por dentro... de igual manera te aleja.

Acabó nuestra etapa y no recuerdo ese momento, ni cuando fuimos mejores que hoy, ni cuando fui más tonta que ahora y corría tras de ti esperando algo parecido a un final quizá algo más tierno.

Vivir con sueños es mejor que vivir a secas, pero vivir nunca está del todo mal; es ese puente entre un estado y otro, entre el polvo y el aire. Son cosas que aprendí con la muerte, con la ausencia, y con pensar mucho y llorar menos. Hay cosas que se aprenden solo con mirar, otras que solo respirando el cerebro las aspira y las células las multiplican como series de siete.

Tuve sueños, desde aquí arriba se ve todo diferente, desde una perspectiva que asustaría hasta a un trapecista. Tú sueñas y yo no tengo sueño, doy vueltas en la cama y el miedo me vuelve a abrazar, quiere hacerme creer que eres tú, pero sé que no estás. Y venga, otra vez el miedo vuelve y la soledad es triste si dura más de lo que se desea, así que me empujo a mi misma a un vacío a tu lado que no me lleva a otro lugar que a un piso menos del garaje del abismo. Y tengo vértigo, y escalar es cada vez más complicado.

Repaso semanas, meses y años y encuentro el momento del primer "hola ¿qué tal?, de los primeros "adioses", de los portazos en el pecho, de los gritos diversos. Los años me parecen meses y los días segundos, las fotos dicen que estuve ahí, que fui más niña, pero cuando miro al espejo veo una interrogante que no sabe dónde, cómo, ni con quién. Y el tiempo pasa, y a veces tiemblo.

Vuelves, lo desordenas todo y te alejas. Tú vuelas, yo miro el día de hoy y pienso que aprovecharé tus días, el futuro es tan incierto como el escozor del adiós que me dejaré el último abrazo, así que miro de frente a este martes de mayo y dejo que sigan las horas.

Si quieres besamos una botella de vino y te ríes de mi mientras yo sonrío imaginando cada una de tus calles. Y cuando me preguntes "por qué sonríes y no hablas", te haré callar y pensaré "nada"; lo que nos queda.


(((maca)))

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