La vida es un continuo trabajo: te despiertas y cada nuevo día te trae lo mismo de siempre, igual pero distinto... esa diferencia que te aporta es lo que hace que tu vida sea maravillosamente diferente.

lunes, 9 de enero de 2012

Que hubiera sido de ella

Ella vivía en una calle alegre de Madrid, entre el cielo y la tierra vivía porque tenía alas para soñar. Era guapa y lo sabía, tenía los ojos verdes que tuvo su madre en vida y el pelo negro como el carbón ardiendo en los ojos de su padre.
Caminaba con la gracia y salero del Sur, de la tierra que le vió nacer. Sus manos lo envolvían todo, gesticulaba, se tocaba siempre el extremo del cabello y casi siempre tenía en la boca una sonrisa o una canción. Era alegre, igual que su madre, tenía como ella mucho genio y caracter que solo se dejaba ver cuando se agotaba su interminable paciencia.
Enamoró a tantos hombres que no pudo escribirlos en una lista pero nunca quiso a ninguno en paricular, no porque quisiese a todos, sino porque le interesaba más la música y la poesía. Escribia de maravilla, tenía una letra preciosa y casi todas las noches te la podías encontrar en su cuarto, con la máquina de escribir sobre su mesa redonda haciendo explotar sus yemas frías contra las teclas grises.
Vivía porque quiso Dios que respirase, porque cuando tan solo tenía unos meses una enfermedad casi le arrebató la vida y Dios pensó que era demasiado pronto para ella. Tenía que aprender a andar y a correr todavía, tenía que escuchar las canciones de su madre e interpretarlas ella misma, tenía que enamorar miles de corazones y ser madre. Tenía que conocer a su abuelo y por eso quizá al final Dios decidió llevarsela antes, para ir decorando el Cielo para que estuviese listo cuando llegase el abuelo. Para que ella, y años después su madre, fuesen ensayando canciones de bienvenida y poesías sobre el mar.
Quizá nunca pudo cantar, ni escribir, ni enamorar cientos de corazones porque para ella Dios tenía un plan, tal vez mejor, llenar el Cielo de música y flores.



(((maca)))

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