La vida es un continuo trabajo: te despiertas y cada nuevo día te trae lo mismo de siempre, igual pero distinto... esa diferencia que te aporta es lo que hace que tu vida sea maravillosamente diferente.

martes, 9 de noviembre de 2010

A mí también


Me pareció verla en la calle. Semáforo en rojo para lo peatones, mi autobús recogía más paseajeros y la ví ahi: esperando para poder cruzar.
Primero un perfíl a lo lejos, podía ser ella, esas eran sus piernas y su cintura. Se habría cortado el pelo y parecía que a su cuerpo eso no le gustaba. Estaba quieta, radiante. Tal vez algo más pálida que de costumbre entonces, pero seguía siendo bonita incluso seria.
Siempre le gustó así, cuando reía, cuando callaba. Le gustaba su mirada fija, su boca cerrando en sus labios. No era seria, no era habladora, tenía carisma y una personalidad deslumbrante.
Ahí la tenía, a un par de metros y solo un cristal de por medio. Solo un cristal, un cristal y mucho tiempo.
No parecía tener prisa, se le veía distraída pensando en algo que tenía pinta de ser interesante. A lo mejor se acordaba de sí misma hace un tiempo, de sí misma y de aquella persona que estaba a su lado sin darse cuenta.
Nadie bajó en aquella parada, no hubo la suficiente iniciativa como para hacerlo y cuando el semáforo se puso en verde ella arrancó sus piernas del suelo y siguió la calle recta.
Hubo recuerdos, ganas de querer bajarse del autobús y detenerla. Ganas de saber de ella a través de su boca, quiso detener ese momento y seguir observándola. Se alejaba, andaba rápido y la acabaría perdiendo de vista.
El autobús adelanto aquellas piernas y en la siguiente parado solo un hombre bajó. Andó por donde ella andaría y cuando se detuvo ante ella comprendió su confusión: no era quien creía. Continuó andando sin rumbo, sintiendose estúpido e intenatando animarse a sí mismo pensando que, en caso de haber sido ella, hubiese quedado ridículo volver a acercarse después de tanto tiempo.

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