La vida es un continuo trabajo: te despiertas y cada nuevo día te trae lo mismo de siempre, igual pero distinto... esa diferencia que te aporta es lo que hace que tu vida sea maravillosamente diferente.

lunes, 26 de abril de 2010


Esta tarde he subido más que suficiente así que con este último, ya lo dejo por hoy. Este relato es mucho más actual que los que acabo d esubir, tiene un mes. Lo escribí a petición de mi abuelo, el protagonista de esta historia. Estando hospitalizado, entre su seriedad tán típica y su sonrisa clásica me dijo: "Macarena... escribe algo sobre este momento... sobre esta bolsa... . "Yo y la bolsa". Con él os dejo.




"Sigo algo mareado y todavía me dura el cansancio de ayer. No sé si abrir los ojos o hacerme un rato el dormido. Oigo ruidos por el pasillo, me alegra saber que ha amanecido y que va quedando menos para irme de aquí. Pueden ser varios días, tal vez solo uno más… si por mí fuera estaría ya en casa.Procuro no pensar demasiado, debería tener la mente en blanco un rato pero en mí eso es casi imposible, y digo casi porque para mí nada lo es. Sonrío sin darme cuenta, he escuchado la voz de mi mujer acercándose y abro los ojos: ahí está, a mi lado como siempre y preguntándome qué tal he dormido mientras acerca su cara a mí; me da un beso en la frente y se queda quieta, expectante, mirándome queriendo escuchar “muy bien” y no escucha más que una suave queja. Me pregunta por mí, le pregunto por ella y luego me pregunta por mi bolsa. Algo que se me ha pegado y no se separa es casi tan importante como yo, no es que me considere especial, pero que hablen casi más de eso que de mí… no puedo evitar que me caiga mal. Se trata de una bolsa, una simple bolsa que lleva conmigo poco tiempo y a la cual empiezo a acostumbrarme.Entran mis hijos en la habitación, vienen mis nietos, incluso los biznietos me hablan desde el teléfono. Siempre la misma pregunta: que tal he dormido seguido de qué tal la bolsa. Pues a mi lado como siempre, se llena y se vacía, no se despega por mucho que quiera.Aquí llevo varios días, en esta habitación de hospital con gente viniéndome a visitar a cada rato, no es gente cualquiera, es mi familia que es “ayer, hoy y mañana lo que nos da vida”. Vienen a verme, a estar conmigo y ofrecerme sus sonrisas. Me dan la mano, me dicen que la comida de aquí no está tan mal como yo digo y con ellos ando un poco por los pasillos de la planta.Me canso rápido, me mareo cuando hablan seguido pero de todos modos me gusta tenerlos. Me gusta ver cómo intentan organizarse para ir estando conmigo todos pero poco a poco, me distraigo con las historias que me cuentan y veo que les gusta que yo también les hable. No pretendo decir cualquier cosa, siempre he intentado hablar para servirles en algo. Considero que aprenden, al menos me hacen sentirme útil porque las paredes de esta habitación se me están echando encima.Aquí la tengo, maldita bolsa que parece que no quiere separarse de mí nunca. Y quién no tiene un bache en su vida, quien no tiene algo que le moleste, a quien esa molestia no le ha hecho seguir adelante y hacerlo bien. Ojalá esta compañía que no he pedido se vaya un día, ojalá se vaya pronto y no vuelva porque eso significará que yo también he aprendido. Aprendo a superarme cada día y lo haga cada vez que abro los ojos.Se termina el día y mil pensamientos me azotan la cabeza, respiro profundamente mientras veo entrar a mis nietas, se sientan a mi lado, una en el suelo de cuclillas me da la mano y la otra, apoyada en la cama, me la da también. Me gusta este rato, todavía tengo mucho que enseñarles, mucho de lo que hablar y ser partícipe. Les hablo, la vida en general se la resumo, les hago un resumen de lo que sé: mucho más que ellas dos que me miran con adoración y mucho menos de lo que es toda la vida. Todavía me quedan mil mañanas con Beluca a mi lado, me quedan muchos “qué tál has dormido hoy” y espero que queden pocos preguntando por mi nueva compañía. Me queda mucha más alegría que dar, me quedan abrazos e historias. Me queda la vida por delante, me queda pero fuera de este hospital.Mis nietas no dejan de mirarme y, a la más pequeña le diga con la ironía que me caracteriza que debería de escribir algo de este momento… algo de todo esto… “Yo y la bolsa”. Sonríe y me dice que sí, que va a escribirlo y ahora soy yo el que no sabe quien está empleando la ironía."


21/marzo/2010



(((maca)))

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